Nadie discute que el transporte aéreo sea seguro. ¿Qué se ha hecho para que este medio de transporte sea más seguro? Tanto en lo que se refiere a los propios aviones como al personal y a los aeropuertos. No obstante, no se puede dar por sentado que todo el transporte aéreo sea ideal. Por ejemplo, desde el punto de vista medioambiental.
Por supuesto, los fabricantes ya ofrecen aviones que consumen menos combustible que antes, lo cual es ciertamente encomiable, pero dista mucho de ser perfecto. Después de todo, ¿cuánto combustible consumen estos aviones sólo rodando por los aeropuertos? ¿Cuánto combustible consumen mientras esperan, a veces interminablemente, a que les den permiso para despegar, o dando vueltas sobre sus cabezas hasta que la pista está lista para su uso?
Y quizá no sólo eso. Ocasionalmente, se producen aterrizajes de emergencia en los que es necesario descargar el exceso de combustible.
Sin duda, sería estupendo que estas aeronaves pudieran drenar el exceso de combustible en, por ejemplo, unos bidones y repostar de nuevo en caso de emergencia. Sin embargo, esto no es posible. Entonces, ¿qué ocurre con el combustible en tal caso, que se convierte en un riesgo para los aterrizajes de emergencia? Ese es el riesgo de un aterrizaje de emergencia. El combustible se vacía del avión durante el vuelo.
Por ejemplo, el lunes de esta semana, a un avión de carga 747 de la compañía estadounidense Atlas Air se le rompió el parabrisas justo después de despegar de Leipzig (Alemania) y, por razones de seguridad, no pudo disponer de un depósito lleno. Fue necesario realizar un viaje de vuelta imposible, por lo que, según se informa, el avión vertió 100 toneladas de combustible de 10 toneladas. Al parecer, el combustible no se agotó en el vuelo a Japón, sino que la mayor parte aterrizó sobre nuestras cabezas. Según una fuente, el combustible se vertió principalmente sobre el territorio checo que sobrevolaba el avión, y según otra fuente, principalmente sobre territorio alemán. Pero dondequiera que se vertiera, está claro que no era lo ideal. Según la Agencia Federal de Medio Ambiente, dicho combustible simplemente se vaporizó en el aire y no era letal. Peor sería que esos aviones dieran vueltas hasta quemar la cantidad de combustible necesaria.
Así que si el lunes llovió sobre alguien en el norte de nuestro país, puede que no fuera sólo agua.
Pero dicen que no pasa nada. Para que nuestra gente se haga una idea, sólo fueron algo más de 1.000 barriles grandes de cerveza. ¿Quién hará la ciencia sobre ello? Excepto los conspiradores que dirían que fuerzas oscuras nos propagaron el coronavirus.
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